SÁBADO 26 DE SEPTIEMBRE DE 15 A 18 HS
Revisando Creencias que Nos Limitan
Este sábado los invito a mover estos lugares fijos y acceder a una mayor Libertad. Vamos a utilizar la Bioenergética como abordaje corporal y las técnicas de autoconocimiento del Pathwork, como herramientas para descubrir nuestras creencias erróneas.
Estudio en zona Nuñez-Saavedra. Capital Federal. BUENOS AIRES
Para inscripciones y detalles contactar por mensaje privado o al celular 1535192654
Traigan ropa cómoda y algo para tomar nota
Bienvenidos!!
Coordina: SILVIA MERLO (Terapeuta Corporal Bioenergética, Terapeuta Transpersonal). 25 años de experiencia y formación permanente.
A
partir de hechos que vivimos en la infancia y del efecto que tuvo la educación,
la familia, la relación con nuestros padres y el medio socio- cultural en el
que crecimos, fuimos construyendo generalizaciones e ideas preconcebidas acerca
del mundo, la vida, las relaciones, acerca de lo que somos y de lo que no
somos. Muchas de estas "teorías" las hemos tomado de la conciencia
masificada y forman parte de lo que llamamos inconsciente colectivo.
El propósito inconsciente de las creencias que nos limitan, tiene un fin defensivo. Es un mecanismo de supervivencia que utilizamos para evitar el dolor, la frustración y todo aquello que vivimos como amenazante. Forma parte de nuestra historia personal y transpersonal, así como de la historia de la humanidad con toda su carga ancestral.
Algunos ejemplos muy frecuentes:
Supongamos que un niño o niña sufre el abandono de su madre en su infancia, esta experiencia va a dejar huellas muy profundas en su sistema emocional. Siendo niños aún no contamos con los elementos adecuados para discernir lo que está sucediendo y tenemos una capacidad muy limitada para lidiar con el dolor y la frustración, dependemos de los adultos para satisfacer nuestras necesidades.
Ese niño o niña muy probablemente va a llegar a la conclusión de que no se puede confiar en las mujeres, puede incluso creer que el mundo es un lugar inseguro y que todos pueden abandonarlo, Para un niño, sus padres son el mundo, su familia es el mundo. Al llegar a la adultez va a generar un sistema de defensas en un intento de evitar toda situación de abandono aunque esto es lo que espera en lo profundo. Así va a comportarse desde una actitud que resulta funcionar como una profecía auto-cumplida, confirmando lo que más temía. Este mismo mecanismo va a crear reacciones en cadena y círculos viciosos que traerán conflictos, tensiones y dificultades en sus relaciones, incrementando su sensación de inseguridad y recreando situaciones de abandono, ya sea abandonando o siendo abandonado/a.
Si el niño fue rechazado en su núcleo familiar o en su medio social, luego puede llegar a la conclusión de que es alguien inadecuado y que tiene algo en sí mismo que no está bien. El niño va creando una imagen de sí mismo a partir del reflejo que recibe de sus mayores, tanto si recibe confianza y apoyo como si recibe menosprecio y desvalorización.
Muchas
creencias negativas se basan en conclusiones erradas acerca de nuestro
merecimiento: merecer amor, aceptación, felicidad, abundancia, ser digno de
pertenecer, de ocupar un lugar, de ser visto y tenido en cuenta, etc.
Existen
también las creencias colectivas acerca de lo que es ser hombre, lo que es ser
mujer, creencias acerca de las relaciones, la pareja, el trabajo, el dinero, el
éxito, la vida, Dios, etc.
Cada vez que experimentamos “no encajar” en el
modelo imperante, se va a generar una inquietud interna, no siempre en forma
consciente, que va a crear reacciones en cadena. Nuestro cerebro mamífero busca
la pertenencia, ya que la tiene asociada a la subsistencia, de esta forma va a intentar
asegurarse esta necesidad instintiva.
Hacer conscientes estos patrones de
comportamiento es de suma importancia, conocer los móviles de nuestras
conductas, que muchas veces están basadas en cumplir con el programa y el
mandato que tenemos implantado desde milenios por nuestra cultura. Este
programa nos lleva a repetir las mismas pautas para asegurarnos la pertenencia
y la autoestima, en busca de la “normalidad”.
Desde la mirada transpersonal, cuando encarnamos en el mundo, ya traemos un conjunto de creencias e imágenes condicionantes que se van a poner en juego desde nuestra infancia a través del hogar y el medio en donde crecemos y nos desarrollamos, a lo largo de toda la vida.
Nuestro
trabajo consiste en disolver esos pensamientos fijos que crean una realidad
determinada, que termina corroborando lo que pensamos que es cierto y lo que concebimos
como posible.
Una de las formas de detectar estos conceptos fijos que nos llevan a las mismas repeticiones de siempre, es investigar y cuestionar los supuestos en los que hemos basado la vida, la visión que tenemos del mundo y de nosotros mismos.
Podemos
encontrar las creencias erróneas que nos limitan a través de la observación de
nuestras reacciones emocionales y pensamientos que se activan a partir de
eventos de nuestra vida diaria.
Si nos tomamos un rato para revisar lo que
sentimos y pensamos ante las circunstancias de cada día, ya sean situaciones
triviales o hechos significativos, podemos encontrar patrones de repetición,
denominadores comunes que nos sirven de claves para descubrir nuestras
creencias subyacentes, éstas suelen generar actitudes, pautas de comportamiento
y de relación que atraen los mismos resultados adversos. Ante la
evidencia de estos hechos solemos pensar que éstos nos confirman y reafirman
eso que creíamos, la teoría que tenemos acerca de lo que llamamos “realidad” y
acerca de lo que creemos ser. De esta forma, vamos por la vida repitiendo
situaciones, tiñendo y limitando nuestras experiencias.
A
medida que vamos descubriendo estos patrones de pensamiento fijos y
cristalizados, vamos transformando nuestra realidad interna, nuestra manera de
percibir el mundo y por consiguiente, la realidad circundante va a reflejar el
cambio interno, atrayendo nuevas posibilidades, nuevas realidades, nuevas alternativas que antes
no podíamos concebir, así liberamos un nuevo potencial de energía, creatividad y expansión, accedemos a nuestra capacidad para la alegría, la satisfacción
y la felicidad.
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