martes, 26 de mayo de 2015

EL ESTADO DE ABUNDANCIA



Vivir en abundancia no tiene que ver con cuanto dinero, éxito, reconocimiento y posesiones tenemos sino con un estado interno de plenitud, alegría, agradecimiento y gozo que esta más allá de lo que tenemos o hemos logrado.
 Es común ver gente que ha llegado a la cima y se deprime, gente dueña de una gran riqueza material y que no le encuentra sentido a su vida, gente que esta rodeada de bendiciones y amor y no puede tomarlo ni apreciarlo.
Podemos tener todo y aun así experimentar pobreza.
La abundancia es un estado equiparable con una frecuencia radial a la que accedemos, esta siempre allí, sólo necesitamos aprender a sintonizarnos con ese estado vibratorio y conocer todo lo que no compatibiliza con esa frecuencia, lo que nos impide sintonizar el dial.
El amor, la gratitud, el deseo de dar de todo corazón, la aceptación y la entrega, la capacidad para abrirnos a recibir y para experimentar gozo en la vida son los principales elementos que magnetizan la abundancia en nuestra vida, ya que son frecuencias afines a ella. Los maestros, la Kabalah y las distintas corrientes espirituales nos lo dicen siempre y de muchas maneras. A veces no sabemos cómo llegar a esos estados aun deseándolo, una buena forma de acceder es a través de reconocer los obstáculos que obstruyen la libre expresión de esas cualidades del alma, de ese estado que forma parte de nuestro Ser Esencial.
Es muy importante reconocer las formas en las que nos resistimos al fluir de la vida y de los dictados del alma, aquí el ego se interpone con su voluntad, impidiendo la entrega a los procesos involuntarios del Ser, a la sabiduría que llevamos dentro y al caudal de amor y alegría que es nuestra verdadera naturaleza, muchas veces enterrados bajo capas de defensas y dolor no sanado.
Allí donde experimentamos vacío, carencia y sensación de falta, allí suelen estar presentes algunas  obstrucciones que necesitamos comprender y atravesar. Muchos de estos impedimentos tienen que ver con el niño interno no sanado, áreas de nuestro inconsciente en donde no pudimos elaborar heridas y dolores que siguen drenando energía en nuestra vida sin darnos cuenta, aspectos en donde no hemos podido madurar ni acceder a nuestra magnificencia esencial, que es un estado de unidad con la vida y con el Todo.
Observen sus zonas de insatisfacción y luego pueden chequear esta lista para ver cuáles son las obstrucciones que detectan, cuáles de estos ítems les resuenan internamente, creando carencia en sus vidas. 

HE AQUÍ 12 IMPEDIMENTOS QUE OBSTRUYEN LA ABUNDANCIA
  
1-   EL MIEDO:

 Cuando estamos sintonizados con el miedo tendemos a atraer lo que tememos y queremos evitar. El miedo a la escasez, a la infelicidad, al abandono, al rechazo, a la muerte, a la enfermedad, a la soledad, al fracaso, al infortunio, a la vejez, al dolor, a perder el control, a las pérdidas, a la vida, a lo desconocido, a ser heridos etc. son estados internos que no compatibilizan con la abundancia, necesitamos conocerlos, enfrentarlos, experimentarlos conscientemente, cuestionarlos, expresarlos y disolverlos para acceder a ella. Un gran obstáculo que es muy frecuente, es el miedo al miedo. Le tememos a la experiencia del miedo y eso lo hace mayor, trae mucha ansiedad, mecanismos de evasión, formas de entumecimiento, actitudes defensivas, sensación de impotencia y debilidad permanente.


2-   CREENCIAS NEGATIVAS Y NO MERECIMIENTO:

Son los pensamientos negativos y todo lo que creemos  acerca de la vida y que no condice con nuestro deseo consciente de abundancia.  Por ejemplo: “eso no es para mí” “no me lo merezco”, “hay algo malo en mí”, “no soy lo suficiente”, “si deseo prosperidad no soy bueno, no soy espiritual”, “el dinero es malo y ruin”,  “el amor es sacrificio”, “la vida es sacrificio”, “todo se logra con esfuerzo”, “si mi familia no lo logró yo tampoco”, “nunca tendré lo que deseo”, “lo mejor de la vida no es para mí”, “nunca seré amado tal como soy”, “el amor no existe”, “la felicidad no existe”, etc. Necesitamos encontrar esas frases internas que se transforman en leyes que tendemos a  confirmar y reforzar, es preciso reconocer y hacer conscientes las actitudes que acompañan estas creencias y que generan los resultados de siempre, perpetuando un círculo vicioso.


3-    LA CULPA Y LA VERGÜENZA:

Las reconocemos por sus efectos de auto sabotaje, por la imposibilidad de tomar lo mejor de la vida y ser felices, de concretar lo que anhelamos. Muchas veces la culpa es inconsciente y esta racionalizada o desplazada en los demás, en las circunstancias, en Dios, en el destino, el karma, etc. A veces, cuando no tenemos elaborados duelos, pérdidas y heridas, es común quedar detenidos en la culpa y esto crea un clima interno de no merecimiento y formas de expiación inconscientes, formas de “pagar” a través de la infelicidad y el infortunio. Podemos sentir culpa por seguir vivos mientras otros murieron, culpa por tener algún tipo de abundancia o fortuna que otros no tienen: dinero, salud, amor, éxito, belleza, talentos, etc.
 Hay culpas que no son reales y tienen  que ver con conclusiones a las que llegamos cuando éramos chicos, creyendo por ejemplo: que por nuestra culpa no nos amaban, creyendo que  hacíamos algo mal, que éramos malos o teníamos defectos que nos hacían indignos, tal vez traíamos cualidades que no eran comprendidas o aceptadas en la familia y eso nos hizo sentir culpa por ser como éramos, o nos culpábamos por la infelicidad de nuestros padres o mayores, El niño siempre siente culpa y cree que es el responsable de todo lo que ocurre de malo en el hogar, de las limitaciones, las frustraciones y el sufrimiento de sus padres, de los maltratos que recibe, creyéndose merecedor de los mismos, esa culpa queda internalizada y continúa el resto de la vida adulta tiñendo y oscureciendo el propio destino, no pudiendo tomar lo bueno, rechazando la felicidad y la abundancia, el amor de los demás, el éxito, etc. 
También existe la culpa que tomamos de nuestros ancestros, culpas que cargamos por daños que cometió algún antecesor en la familia y que no nos corresponden, esas culpas debemos ordenarlas y sanarlas en el sistema familiar. Está también, la culpa por diferenciarse del clan al que pertenecemos, la culpa por superar a nuestros mayores, la culpa por elegir algo distinto que está más allá de los valores y tradiciones familiares, esto se lo suele vivir como traición y detiene mucho la propia expansión y el crecimiento. Mucha gente queda detenida en este lugar y no se atreve a progresar, a transgredir mandatos, desoyendo incluso la voz del alma con sus anhelos, su vocación, sus dones para dar, su propio destino.
Hay culpas reales que necesitamos enfrentar con valor y dignidad.  Cuando hemos causado daño o lastimado a alguien es importante tomar la responsabilidad por nuestros actos sin autocastigos, ya que estos no compensan a nadie. La forma más sanadora es a través de alguna forma de reparación directa que nos traiga paz y reconciliación, otro aspecto importante es poder perdonarnos y mirarnos con amor sin dejar de asumir las consecuencias de nuestros actos, y sentir la culpa por lo que no dimos, por no haber amado, por haber lastimado o dañado, incluso a nosotros mismos, ya que no somos seres separados, en esencia. 
Enfrentar la culpa real trae paz y reparación real, nos dignifica, nos trae de regreso la sensación de merecimiento, el derecho a recibir, a ser felices. 
La vergüenza crea una sensación de inhibición y contracción que se alimenta de las creencias de no merecer, de no ser suficientes, de ser inadecuados por lo que somos y necesitamos, de ser imperfectos y cometer errores, de estar por debajo de nuestras expectativas. La vergüenza puede estar relacionada, tanto con nuestras fallas y defectos como con lo bueno que tenemos, nuestros dones y cualidades positivas. Existe también la vergüenza de quedar expuestos frente a los demás: Ser reales incluye muchas veces, atravesar la vergüenza de mostrar nuestra propia vulnerabilidad.


4-    LA INGRATITUD:

Tiene que ver con no valorar ni apreciar todo lo que tenemos, lo que nos rodea, lo que recibimos de la vida, el amor que nos llega, los bienes que poseemos, el valor, los talentos que tenemos, el tener las necesidades básicas cubiertas. Damos por sentado todo esto y nos paramos en una actitud de carencia, de queja, vemos todo lo que nos falta y no apreciamos lo que hemos logrado, lo que tenemos, lo que recibimos, lo que damos, lo que somos, lo que son los demás. No vemos todas las bendiciones que nos rodean, no apreciamos el milagro de cada día. 


5-  EL ORGULLO:

El orgullo suele ser el efecto del miedo a la propia vulnerabilidad, aun no reconocido. Es una actitud defensiva como si estuviéramos por encima de las situaciones, como si no necesitáramos nada, nos mantenemos aislados y separados de los demás creyéndonos superiores o inferiores, comparándonos, secretamente o no, con los demás.
En esta posición defensiva nos negamos a recibir, a pedir ayuda, a asumir nuestras carencias y faltas, nos paramos en un lugar de rigidez sin animarnos a mostrar los lugares en donde no sabemos, no tenemos idea cómo realizar algo, donde nos sentimos vulnerables.
Para ir hacia la abundancia tendremos que atravesar el orgullo, aceptar cuánto necesitamos y que a veces no tenemos idea de cómo crear lo que deseamos, para eso precisamos pedir asistencia, apoyo y estar dispuestos a aprender de los demás y de la vida, estar dispuestos a sentirnos principiantes, eso nos trae humildad y relajación, no tenemos que ser especiales ni perfectos, no tenemos que saberlo todo ni ser mejores que nadie para sentir nuestro valor como personas, nuestra dignidad real, ya no tenemos que demostrar nada y podemos dejar ese esfuerzo. Toda la energía que estaba invertida en el orgullo se libera hacia la satisfacción, el disfrute, la creatividad, la conexión con los demás y con la vida, la expresión de lo que somos.


6- EL PERFECCIONISMO:

En este lugar tenemos un ideal de perfección tan alto que nos impide aceptar nuestras limitaciones e imposibilidades temporales, creemos que deberíamos poderlo todo, hacer todo bien y sin fallas, nos volvemos muy exigentes y críticos, nos esforzamos muchísimo con un alto costo energético y luego no podemos disfrutar de nuestros logros porque nunca llegamos a la altura de ese ideal  y nuestra capacidad para el placer y la relajación disminuye en proporción.
El perfeccionismo es algo que ejercemos sobre nosotros mismos, sobre los demás y sobre la vida, así nunca es suficiente lo que somos ni lo que hacemos, tampoco lo que son y hacen los demás, y lo extendemos a la vida con lo que trae. 
Aceptar la imperfección es un gran logro, esto incluye renunciar a la creencia de que seremos felices si somos perfectos, si los demás los son, si la vida lo es.


7- EL RESENTIMIENTO Y EL ODIO RETENIDO:

 Estos estados forman parte de nuestras reacciones a la frustración y de nuestra humanidad, pero cuando quedan retenidos, quedan enquistados creando un clima emocional permanente. Si bien pueden ser estados temporarios en los procesos de duelo, si no elaboramos las pérdidas, las heridas y los fracasos podemos quedar detenidos en esta fase por muchos años. El efecto es un estado negativo que crea una realidad adversa y hostil alimentando un círculo vicioso, en este lugar culpamos al afuera por nuestra desgracia, por nuestras carencias, por todo lo que no tenemos ni logramos.  Al no haber procesado heridas de la infancia es muy común culpar a los padres y quedar atrapados en el resentimiento, creando una forma de venganza a través de la propia infelicidad e infortunio, este mecanismo es inconsciente, y dice algo así como: “mira lo que me hiciste", "por tu culpa estoy así", "me las vas a pagar". Este mecanismo de venganza y resentimiento crea una culpa inconsciente que es muy autodestructiva y alimenta la sensación de no merecimiento, nos aleja de nuestro derecho existencial a la abundancia y a tener una vida plena. La actitud negativa y defensiva nos da la sensación de estar seguros y a salvo para que no nos vuelvan a lastimar, pero esto es ilusorio. Aquí es necesario hacer un trabajo de elaboración de dolores no resueltos, heridas no superadas ni sanadas, pérdidas que no han sido asimiladas ni procesadas, defensas que nos mantienen separados y aislados, rechazando el amor, la abundancia y lo bueno que la vida tiene para ofrecernos. Otro aspecto importante a tener en cuenta es el aprender a lidiar con nuestras respuestas inmaduras frente a la frustración, amparando a nuestro niño herido desde nuestro yo adulto. Cuando integramos estos aspectos negativos, el efecto es un aumento de nuestra vitalidad, surge una alegría, una espontaneidad y una capacidad para disfrutar que antes estaba inhibida.


8-   LA NEGATIVA A DAR:

Cuando guardamos rencor y odio acerca de nuestra vida, nuestro pasado, lo que no tuvimos, lo que no nos dieron, se crea un mecanismo de reticencia a dar de todo corazón y vamos por la vida como acreedores, reclamando, exigiendo y esperando que nos den y nos compensen por todo lo que nos faltó y no recibimos. En la negativa a dar hay un empecinamiento, no sólo en no querer dar a los demás, la mayor resistencia suele estar en darnos a nosotros mismos lo mejor, tomando la responsabilidad por nuestras necesidades y deseos.
Nos ponemos en una actitud de obligar a los demás a que nos llenen nuestros huecos y carencias, a que nos satisfagan, manteniendo una intención negativa, justificándonos con racionalizaciones y excusas que creemos válidas pero que tienen un efecto muy negativo en nuestras vidas, este lugar nos deja en un vacío que no se llena con nada, es como un agujero sin fondo, acumulando aun más resentimiento, odio y desesperanza. La actitud de “no voy a dar, ellos me lo deben” "la vida me lo debe",necesita ser enfrentada y transformada, ya que crea un circuito de culpa, negatividad e insatisfacción que es auto perpetuante, alimentando nuestra dificultad para recibir y la sensación de no ser merecedores.
 Lo que se encuentra debajo de esta actitud defensiva es el dolor real por las necesidades de nuestro niño interno que quedaron insatisfechas y que siguen supurando sin resolución, ya que lo que no nos fue dado no puede ser compensado por nadie en nuestra vida adulta. Es nuestra tarea soltar la obstinación, disolver las creencias negativas, atravesar el dolor, tomar lo que fue tal como fue, afrontarlo, aceptarlo y sanarlo, para poder darnos lo que realmente necesitamos, abriéndonos a dar y recibir.


9-   LA QUEJA:

La queja es un estado de letanía en donde estamos parados en la carencia pasivamente insatisfechos y disconformes, en ese lugar nos ponemos en posición de víctimas, demandamos atención y cuidados constantes, tomamos la energía de los demás sin darnos cuenta, alimentando la sensación de impotencia, vacío, fracaso y desesperanza. Allí  no tomamos nuestro poder para crear la vida que deseamos y nos dejamos a la deriva, esperando que nos salven, nos consuelen, nos resuelvan, nos cuiden. La queja es una forma de no querer cambiar, y de recibir energía y atención de los demás sin hacer nada ni tomar responsabilidad por nuestra vida y nuestras creaciones negativas. Aquí esta muy presente el niño interno no sanado ni reconocido, llamando nuestra atención para que nos ocupemos de él.


10-   LA INCAPACIDAD PARA TOLERAR LA FRUSTRACIÓN:

Parte de nuestro aprendizaje como adultos incluye la capacidad de tolerar la frustración, renunciando a la satisfacción inmediata y absoluta en todo momento, expresado en una frase sería “Lo quiero ya y a mi modo”, este es un estado natural en la niñez pero luego necesitamos evolucionar y aprender a contener nuestras pulsiones, a encauzar nuestros deseos y necesidades, tolerando que exista una brecha entre estos y la satisfacción de los mismos. Todo aprendizaje requiere un grado de frustración e incomodidad que es importante aceptar e incluir. El principio del placer esta íntimamente ligado a nuestra capacidad para tolerar el dolor, cuando ésta es escasa, nuestra capacidad para el placer disminuye proporcionalmente, allí vamos a buscar placeres sustitutos y formas de compensar la carencia y el vacío interno que deja esta actitud. Algo fundamental que necesitamos aceptar es que en la vida hay placer y hay dolor, es un hecho inherente a la existencia, pero no es algo que aceptamos con facilidad, no nos gusta ese aspecto dual de la vida y sólo queremos placer, esto crea círculos viciosos y efectos que nos aprisionan en el sufrimiento. Aquí nuevamente esta el niño interno que no quiere ninguna frustración, que no tolera el displacer ni la incomodidad en nada, trayendo aun más sufrimiento y aumentando la insatisfacción en esa misma actitud tensa. Conocer e integrar este aspecto interno es de gran ayuda, la parte que se resiste con dientes y uñas a experimentar el dolor y la frustración, creando más pobreza y displacer.


11-   LA DIFICULTAD PARA ABRIRSE A RECIBIR, PARA DISFRUTAR Y EXPERIMENTAR PLACER EN LA VIDA:

Es el efecto y la consecuencia de cualquiera de las otras obstrucciones ya citadas: el miedo, las creencias negativas, la culpa, la ingratitud, el orgullo, el perfeccionismo, el resentimiento y el odio retenido, la negativa a dar, la queja, la incapacidad para tolerar la frustración.
De esta manera, nuestra necesidad de recibir queda bloqueada y vamos a intentar compensarla de formas distorsionadas, por ejemplo: dando compulsivamente, llamando la atención de distintas  formas, incluso negativas, haciendo cosas para agradar, recibir amor y aprobación, enfermándonos para recibir cuidados y cariño, siendo complacientes, buscando el reconocimiento y el éxito en forma compulsiva, buscando ser vistos y escuchados de maneras forzadas, reclamando y lamentándonos, usando formas de arrebatar lo que queremos, queriendo obtener lo que queremos sin importar el costo ni el daño, usando el rol de víctimas.
Nuestra necesidad de disfrutar y experimentar placer en la vida quedará muy disminuida y vamos a tratar de buscar la satisfacción con formas distorsionadas y sustitutivas de obtener placer, a través de conductas adictivas o compulsivas.
En la medida que vamos disolviendo los impedimentos y bloqueos, crece y se multiplica nuestra capacidad para abrirnos a recibir lo mejor de la vida y para experimentar gozo.


          12- LA DESCONEXIÓN CON LA FUENTE:

Esta es la causa y la consecuencia fundamental de todas las obstrucciones, es la causa ya que a partir de esta desconexión surgen los impedimentos, y luego éstos alimentan y perpetúan la desconexión.
La fuente es nuestro Ser Esencial, es nuestro hogar interno, allí donde reside nuestra abundancia, alegría, paz, amor, verdad, fe, belleza y todas la cosas que siempre anhelamos en lo profundo. 
La clave aquí es la entrega del ego que necesita aprender a ponerse al servicio del alma, esa es su real función, el ego no es fuente de amor, ni sabiduría, ni abundancia, es solamente el ejecutor y el que decide, es el administrador de nuestro reino, el problema es cuando toma el mando y se interpone a los dictados del alma y de nuestro núcleo profundo, imponiendo su voluntad por sobre la voluntad del corazón. Nuestro gran aprendizaje es la entrega y la confianza en la bondad de la vida, encontrar que no hay nada que temer y que rendirse a la Fuente es el lugar más seguro que puede haber, esta fe se construye pasando por el terror a disolverse, a morir desintegrados y ser destruidos si nos permitimos caer rendidos en sus brazos y soltar el control. En ese maravilloso proceso encontramos una fuerza, una felicidad y una plenitud que desconocíamos. La Abundancia reside allí y siempre está disponible para nosotros, allí accedemos a esa frecuencia y nos vamos instalando en ella, abriéndonos paso a paso…

                                                                                Silvia Merlo






2 comentarios: