MÁS ALLÁ DEL PERFECCIONISMO
SÁBADO 29 DE AGOSTO DE 15 A 18 HORAS
¿Cuál es mi modelo de cómo debería ser yo?
¿Cómo deberían ser los demás?
¿Cómo creo que debería ser mi vida para que sea perfecta?
¿Para qué creo que tengo que ser perfecta/o, y cumplir con determinado ideal social, estético, familiar, etc?
¿Qué es lo que busco con eso? ¿Para qué lo hago?
¿Qué es lo que busco con eso? ¿Para qué lo hago?
¿Qué pasaría si me aceptara completamente tal como soy hoy? ¿Qué pasaría si aceptara la vida y a los demás tal como son hoy?
Uno de los grandes desafíos de ser humanos es
aceptar la imperfección de la vida, aceptar nuestra propia imperfección y la de
los demás. En un nivel consciente creemos que la aceptamos, pero si ahondamos
en lo más profundo de nuestras reacciones emocionales, solemos encontrar esa
resistencia.
Una forma de detectar cuando el perfeccionismo está
actuando en nosotros, es tomar conciencia de cómo reaccionamos cada vez que no
nos sentimos a la altura del modelo que hemos construido de lo que deberíamos
ser, lo que debería ser nuestra vida y lo que deberían ser los demás. Desde
este lugar, cuando nos comparamos con ese ideal nos vemos débiles, carentes,
incapaces, pequeños, nos miramos con desagrado, crítica y desamor sin tomar en
cuenta todas las cosas que hemos logrado, todos los dones y aspectos maravillosos
que tenemos, todo lo bueno que hemos creado y toda la riqueza que somos. Así
mismo, vamos a tender a rechazar y desaprobar a los demás cada vez que no
cumplan con esos modelos o ideales. Esto también puede aplicarse a la forma en
la que miramos nuestra vida cuando no es lo que debería ser.
El perfeccionismo tiene la cualidad de ser
insaciable por naturaleza, nunca son suficientes nuestros logros,
realizaciones, talentos, capacidades, nunca es suficiente lo que somos para ser
dignos de ser amados y reconocidos. Siempre hay algo más que falta. Esta misma
actitud está presente en nuestra relación con la vida y con los demás. La vida
nunca es suficiente, el otro nunca es suficiente. Esta búsqueda de perfección
también se manifiesta en la forma en que buscamos el éxito, la gloria y el
triunfo, la manera en la que escondemos nuestras fallas, debilidades e
imperfecciones, pretendiendo a toda costa mostrarnos mejores de lo que
realmente sentimos que somos. Otra forma de manifestarse es cuando queremos que
la vida sea a nuestro antojo y no estamos dispuestos a pasar por ninguna
frustración ni experimentar ninguna restricción, que no existan los problemas
ni las limitaciones en nada.
Reconocer todos estos aspectos internos es de vital
importancia para poder ir más allá del perfeccionismo, para dejar de
identificarnos con esa voz implacable que nunca está conforme con lo que somos,
nada le basta para colmarse y encontrar satisfacción.
Debajo de estas actitudes compensatorias se
encuentra un yo que se siente débil, inseguro, desvalido e
insuficiente, haga lo que haga. Un yo que se siente vacío, indigno y carente de
amor y valor. Detrás del perfeccionismo se encuentra un niño que no sabe cómo
lidiar con el dolor y la frustración, un niño que busca el placer y el amor total, siempre y en todo momento. En esencia, ese niño interno tiene grabado en lo
profundo del alma, el recuerdo de la unión con la Fuente y de la vida en otros
planos de conciencia equiparables a nuestra noción de Paraíso, pero el plano
terrestre ofrece límites y dificultades, falencias y dualidad, ofrece transitar
la imperfección e integrarla, ofrece un camino de evolución en nuestra
capacidad de amar y abrazar los opuestos (placer-dolor, bien-mal, luz-oscuridad,
felicidad-infelicidad, vida-muerte...).
Detrás del perfeccionismo suele estar la
creencia de que si somos perfectos y la vida es perfecta seremos amados y
felices. También se encuentra implícita la búsqueda y la necesidad de amor, el
anhelo de ser amados sin tener que hacer ningún esfuerzo para ello, ser amados
sin tratar de hacer nada para impresionar a nadie ni para conseguir aprobación,
respeto o admiración, ser amados simplemente por existir, por ser lo que somos,
sólo por nuestra simple presencia. Todos anhelamos eso en lo profundo.
El trabajo con la disolución del perfeccionismo es
el trabajo con el Amor. Es contactar nuestra capacidad para amarnos sin
condiciones, para amar lo que Es sin condiciones. Dejar de lado la
actitud: “Si sos o haces tal o cual cosa te voy a amar, sino no”, esta actitud
la ejercemos sobre nosotros mismos y sobre los demás. “Si sucede tal o cual
cosa y la vida es como yo quiero seré feliz sino no”.Para transformar esta
tendencia, en principio necesitamos reconocer que existe, y tomar conciencia de
cómo funciona y cuánto nos condiciona, ver sus efectos en nuestra vida, en
nuestras relaciones, ver los costos que pagamos.Es necesario llegar a esa
comprensión e ir gradualmente eligiendo el amor a cada momento, eligiendo hacer
espacio a cada aspecto que nos habita, cada cualidad, incluyendo nuestro
perfeccionismo y nuestras imperfecciones. Incluir Todo lo que Es Tal Cual Es.
Ese es un buen marco para realizar cualquier cambio que necesitamos, desde un
lugar de amor.
Nuestra capacidad
para la alegría, la plenitud y la felicidad aumentan en la misma medida en que
aceptamos la imperfección.
Los invito el sábado
29 de agosto para poner en marcha nuevamente el ejercicio cotidiano del
corazón, que se abre cada vez más a la vida y a todo lo que ES.
Nuestra capacidad para la alegría, la plenitud y la felicidad aumentan en la misma medida en que aceptamos la imperfección.
Los invito el sábado 29 de agosto para poner en marcha nuevamente el ejercicio cotidiano del corazón, que se abre cada vez más a la vida y a todo lo que ES.
Estudio en zona Nuñez-Saavedra. Capital Federal. BUENOS AIRES
Para inscripciones y detalles contactar por mensaje privado o al celular 1535192654
Traigan ropa cómoda y algo para tomar nota
Bienvenidos!!
Coordina: Silvia Merlo (terapeuta corporal, terapeuta transpersonal)
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