Este es un texto que escribí en el año 1990 y fue publicado en la revista Uno Mismo en 1991. Aún me sigue resonando, se los comparto:
“…Entonces comprendí mi cansancio de años, sentí
toda mi tristeza junta, mi mundo de sueños se desvaneció de repente y sin
aviso.
Debajo de mis velos en tecnicolor ahí estaba,
llorando perdida en mi dolor, aferrada a la rama de un árbol muerto y con los
pies colgados en el aire.
Allí abajo vi el río esperándome para llevarme en
su corriente, llamándome para que me suelte y confíe. Sentí pánico ante la
posibilidad de dejarme caer y ser tragada por su caudal impredecible, terror de
disolverme y morir desintegrada en pedazos. Seguir resistiendo se volvía
insoportable. ¿Qué iba a hacer?...Me pregunté: ¿Cómo llegué hasta aquí? Y un
vacío se apoderó de mi mente.”
Nunca antes había imaginado encontrarme así, cara a
cara con mi vida sin adornos, sin disfraces. Finalmente, vivir como yo siempre
quise es mi elección, es mi total responsabilidad. Recuerdo a un pájaro blanco
que una noche apareció en mi sueños y desplegando sus alas me dijo: “El secreto
está en abrir la mano y dejar caer tu viejo equipaje…soltar…alivianarte…dejar
ir…dejar ser…” ¡Qué fácil parecía!
A fuerza de cargar pesos muertos, mis maletas si
hicieron cada vez más pesadas llevando a cuestas la pena, el miedo, la
resignación desesperada, la furia y el dolor, mis antiguas heridas, mis anhelos
y la clara sensación de tener algo con qué cubrir mi desnudez más verdadera.
Comprendí que elegir la vida es elegirla sin
condiciones. Es decir SI a todo lo que soy en cada instante, en cada relación.
Elegir la vida es hacerme fuerte en mi vulnerabilidad y permanecer vulnerable
junto a mi fuerza.
Es hacer piel todo aquello que traigo en mi ser
desde centurias para plasmarlo y realizarlo, para echar raíces y surgir de la
tierra, abriendo mis ramas, soltando la fragancia que me hace única y que me
iguala a la existencia.
Sé que entregarme al fluir del río incluye mi
disposición para abrirme al dolor, al pánico, a la tristeza, a la furia, a la
pasión, al amor, y a cada opuesto. Haciéndole espacio a todo lo que me hace
humana, rasgando mi alma, atravesándome, sorprendiéndome, llevándome más allá
de mis límites, más allá de lo que conozco y de lo que creo conocer, más acá de
lo que puedo concebir…
Comprendí que elegir la vida es tener el valor de
perder mis puntos de referencia, mis ideas acerca de mí y del mundo, mis
creencias acerca de “lo bueno” y “lo malo”. Y así, entrar más y más profundo en
mi propio misterio, en tu propio misterio que se renueva, que muere, renace y
se renueva…
Sé que en mi soledad más esencial CUENTO CONMIGO y
ya no tengo nada que perder, puedo hacerme libre, acercarme y unificarme
a lo esencial del Ser que soy, del Ser que somos.
En cada aquí y ahora está la vida esperándome para
llevarme en su corriente, llamándome para que me suelte y confíe.
Silvia Merlo
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